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domingo, 29 de marzo de 2015

Capítulo 7: El espejo mágico y el secreto de Bowser


Los siguientes días estuvieron sin problemas. Ahora que Peach no tenía miedo de Bowser, él dejaba que sus hijos, especialmente Bowsy jugaran con ella y sus animales. Al principio las criaturas no confiaban en ellos pero se fueron acercando paulatinamente. En el único en el que no confiaban aún era en el Rey de los Koopas, por lo que se mantenía a la distancia observando como sus seres queridos jugaban. También mantenía su rutina habitual de preguntarle a la joven si se casaría con él. Aunque a Peach le comenzaba a agradar el Koopa, no tenía sentimientos románticos hacia él, sin embargo odiaba decepcionarlo tan a menudo después de lo atento que había sido con ella.

También en su mente vagaban recuerdos de los amigos que había dejado atrás. Apenas podía ver las margaritas de su jardín porque le recordaban a su prima Daisy. Apenas podía leer un libro sin acordarse del Maesro Kinopio cuando la obligaba a leer uno para sus estudios. Y cada vez que observaba una flor de fuego recordaba a su amado héroe, Mario.

Todos los días se preguntaba que estaban haciendo sus amigos sin ella en sus vidas. 

Un día los koopalings y Bowsy estaban emocionados por saber que desayunarían con la princesa Peach en su nuevo castillo. Bowser los obligó a vestirse bien, además de enseñarles buenos modales para no incomodarla. Cuando repasaron todo lo que debían y no debían hacer una vez más salieron del castillo y caminaron hasta el castillo de la montaña. Habiendo entrado se dirigieron directamente al comedor y se sentaron a la mesa en sus respectivas sillas a esperar a la princesa. Pasaron segundos, luego minutos y después horas, pero la princesa no llegaba. El Rey de los Koopas supuso que estaría durmiendo aún por lo que ordenó a sus hijos que comenzaran a comer y luego fueran a realizar sus actividades diarias. Todos comieron muy decepcionados, en especial Bowsy, quería desayunar junto a su "mamá" y enseñarle que ya era un niño bien educado.




Horas más tarde Bowser recorría el Castillo de Peach como habitualmente lo hacía para asegurarse que todo estaba en orden. Cuando pasó por la habitación de la joven, agudizó su oído para confirmar si ella ya había despertado, sin embargo se preocupó al escucharla sollozar. Sin pensarlo dos veces, llamó a la puerta. 

El llanto de la princesa cesó, y con su voz entrecortada le permitió entrar. El se asomó para ver a Peach sentada en la cama, dándole la espalda. Podía escuchar perfectamente la respiración agitada proveniente de ella.



¿Está todo bien, querida? preguntó, acercándose cautelosamente a ella. No apareciste en el desayuno.

Yo... estoy bien. Respondió con voz ahogada y frotándose los ojos. Solo... no tenía hambre.

Al notar que el Koopa se acercaba más y pasó alrededor de su cama, trató de ocultar su rostro surcado en lágrimas, pero él ya lo había notado. 

Has estado llorando. Manifestó. ¿Por qué estaba llorando? Él pensaba que las cosas entre ellos ya estaban bien. Había traído a sus animalitos y criaturas que la acompañaban en sus jardines, la trataba con respeto, dejaba que jugara con sus hijos, y sin embargo seguía siendo infeliz.

No Negó Peach. Yo... estoy bien, de verdad.

El Koopa posó sus manos sobre sus hombros y con delicadeza la volteó para que ambos pudieran mirarse. No me mientas, Peach, ya sabes que sé perfectamente cuando alguien miente.... he mentido tanto que sé cuando alguien más lo hace. Por favor, no me mientas. Ella dejó escapar un pequeño gemido. Bowser se dió cuenta que usó un tono de voz demasiado rudo y acarició su cabeza en señal de disculpas. Lo siento. La joven Toadstool se apartó de él mientras se sentaba a su lado. Vamos, mi hermosa princesa, dime ¿qué he hecho mal?

Sin dejar de mirar hacia abajo, ella giró lentamente su cabeza en dirección a Bowser. ¿No te enfadarás?

Él alzó su cabeza suavemente con una de sus manos y con la otra cepilló cariñosamente sus dorados cabellos para apartarlos de su rostro. Lo prometo, solo dime que te preocupa, querida amiga. Así sabré como poder hacerte feliz de nuevo. Ella lo miró a sus ojos y al verlos llenos de preocupación y amabilidad, una mirada que nunca habría esperado recibir del Rey de los Koopas, ya no podía ocultarle la verdad. Yo.... echo de menos a mis amigos. espetó. 

La ceja izquierda de Bowser se crispó y su boca se retorció en una línea curva. ¿Acaso no eres feliz aquí? 

¡No! Insistió ella, colocando su mano sobre una de sus garras. ¡No, no es eso! Has sido muy amable conmigo y lo aprecio mucho, pero... Ella giró su rostro hacia otro lado, debido al miedo de pensar el cómo reaccionaría, pero tenía que decirlo. Dijiste que harías cualquier cosa para hacerme feliz.

Si, lo hice. Murmuró Bowser con aire de culpabilidad. 

Entonces... vamos a ver a mis amigos, por favor. Aunque sea solo unos instantes. Ella lo miró con ojos suplicantes, llenos de muchas lágrimas. No soportaba verla tan miserable, pero él no podía darle lo que deseaba. Si dejaba que se fuera, aunque sea por unas horas, podría aprovechar la oportunidad de escapar. Aunque claro está que ella sabía que aun si huía él podría traerla de vuelta de una u otra forma. Sus amigos, no obstante, en especial Mario, tratarían de alejarla de su lado. Ella era su única amiga, no quería perderla, más tampoco quería decepcionarla. Si tan solo hubiera una manera de concederle su deseo sin el riesgo de perderla. Hasta que una idea le vino a la mente. Bien, voy a quitarte esa tristeza.

Una tenue luz de esperanza apareció en el rostro de la joven. ¿Quieres decir que me dejarás ver a mis amigos?

Pueeeeeeeeeees.... algo así. Sacó su cetro mágico y con él creo un espejo que le regaló a Peach. Se trata de un espejo mágico. Solo debes decirle lo que quieras ver y te lo mostrará.

La joven frunció el ceño mientras sostenía el espejo con ambas manos. Oh, yo.... pensé que....

De esta manera puedes ver a tus amigos sin molestarlos. No pienses que serás una entrometida, no lo sabrán. Anda, pruébalo.

Oh, está bien. M-Me gustaría ver... a mis amigos. Esperó pero no había nada en el espejo, solo su reflejo.

Debes ser mas específica, mi querida princesa. Explicó el rey Koopa.

Oh, um... quisiera ver... a mi primita Daisy. La imagen comenzó borrosa y pronto su prima y amiga princesa estaba delante de ella preparando un pastel en la cocina del Castillo de Sarasaland. Su estado de ánimo se elevó al verla. Luego observó a su amigo un instante. Gracias Bowser, fue muy dulce de tu parte. pronunció en voz baja.

Bowser observó su rostro expectante. ¡Vamos querida, dame una sonrisa! La que obtuvo fue una sonrisa vacilante e insegura, no obstante era una sonrisa y por lo menos había dejado de llorar. De nada, mi dulce Peach. Y um... ¿deseas comer algo? La princesa le respondió que no tenía hambre y que se encontraba bien por ahora. Bowser se dirigió a la puerta de la habitación y antes de salir se volteó a observarla una última vez y preguntarle si deseaba comer más tarde, recibiendo un sí por respuesta. Él le sonrió y se marchó no sin antes cerrar la puerta de la estancia. Peach se reincorporó en su cama mientras observaba la escena en el espejo. 



La soberana de Sarasaland ya había acabado de preparar el pastel y lo llevó hasta el comedor, en donde estaba sentado a la mesa nada mas y nada menos que el cuñado favorito, y único, de ella: Luigi. 

Ten cariño, este pastel lo hice únicamente para ti. Espero que te guste. Sin decir nada, Luigi agarró un cuchillo, cortó un trozo para servírselo en un plato y comenzó a comer. La princesa esperaba impaciente la opinión de su novio.

¡Me encanta! ¡La verdad cocinas muy bien, mi florecita! Daisy se alegró de que su pastel le encantó a su novio. Él se lo había pedido hace mucho debido a que sentía celos de su hermano que siempre recibía un pastel de parte de Peach. Pero al recordar a su prima ella se entristeció y ocultó su rostro para que el fontanero de verde no notara su tristeza, sin embargo él ya se había percatado. 

Estás pensando en Peach, ¿no es así?

Si, desde que se fue a vivir al reino de las Sombras.... no he dejado de pensar en ella.... es mi única prima y.... me pregunto si estará bien.

Peach no pudo evitar sentirse mal por ella, quería decirle que se encontraba bien pero sabía que no podía escucharla desde el espejo.

No te preocupes, ella es fuerte. Además Rossy nos dijo telepáticamente que ella se encontraba bien. Pero debo decir que el que más me preocupa es mi hermano. No ha dormido tratando de encontrar la manera de traspasar o deshacerse de esa molesta barrera. 

Si, la verdad a mi también me preocupa. Pobre Mario, nos pelearemos mucho pero... incluso yo lo comprendo. Ama demasiado a mi prima.

Así como yo te amo a ti, mi hermosa flor. El fontanero de verde rodeó la cintura de la princesa con sus brazos y la acercó a él para besarla apasionadamente. Peach se conmovió ante aquella escena. Luego pensó en ver a su otra mejor amiga, aquella que conoció hace poco tiempo. Quiero ver a Mona.

La escena cambió a un gran edificio con un logo que poseía una gran "W" y debajo de ella un círculo azul con bigotes en zig-zag y una enorme sonrisa "malvada". Aquella era la compañía Wario Ware en dónde muchas personas trabajaban creando videojuegos y el presidente y fundador de aquella compañía no era otro que el ex némesis de Mario, Wario. En un gran escritorio se encontraba una hermosa chica de cabello largo y anaranjado y de ojos azules abrazando al ya mencionado Wario. Aunque nadie lo crea, ambos son novios desde hace un buen tiempo. Ni Peach ni sus amigos podían creerlo, pero era cierto. De algún modo ella había visto algo bueno y "hermoso" en aquel extraño hombre.

Soy tan feliz a tu lado. Dijo Wario abrazando a la muchacha. Él vestía con su ya característico traje de motociclista que constaba en: Un casco amarillo con una franja roja vertical en medio y sobre ella una "W" celeste, una camiseta azul oscuro, encima una chaqueta de mezclilla del mismo color que la camiseta pero mas claro y con las mangas rasgadas, un pantalón rosa, un cinturón rojo con hebilla plateada y zapatos azules. Sobre el casco lleva puestos unos googles con una banda anaranjada.


La joven vestía una ombliguera roja que dejaba al descubierto su abdomen, una falda corta y botas del mismo color. En su cabeza llevaba puesto un casco marrón en la zona inferior y roja en la superior y, al igual que Wario, llevaba unos googles con la banda marrón e igualmente llevaba puesto un cinturón anaranjado con hebilla celeste. Por útlimo traía puesto un abrigo con capucha de color blanco. 


La joven princesa sabía desde que la conoció que ella de pequeña admiraba a Wario y quería ser una gran motociclista al igual que él.

Volvió a observarlos y ella correspondió aquel abrazo al mismo tiempo que besaba la nariz respingada de Wario. Yo también, mi dulce osito panda. Mona le puso ese apodo al motociclista debido a que le recordaba a un tierno y cariñoso oso panda, además de que adora a esos animales. Peach observó un poco más y notó que su amiga estaba preocupada por algo.

¿Qué sucede, cariño? Preguntó Wario preocupado a su joven novia.

Ya sabes que hace poco recibimos la horrible noticia de que Peach se fue a vivir con ese tal Bowser. No lo conozco personalmente pero.... por como me lo han descrito tus amigos y la misma princesa Peach sé que es un ser monstruoso y malvado.

Wario sostuvo el rostro de Mona e hizo que lo mirara. Lo sé, cariño. Pero no te preocupes, ella es valiente y de seguro estará bien. El que me preocupa más es Mario, he sabido que no ha dormido ni comido nada en días. Y todo por esa barrera que no le permite rescatarla o eso escuché.

Mona abrazó a su novio, apoyando su cabeza en su pecho y comenzó a llorar. Wario sabía que ella y Peach ya habían comenzado a ser buenas amigas, y comprendía la tristeza de su adorada novia. Al no saber que decir, solo la abrazó con mas dulzura.

La princesa Toadstool no pudo evitar soltar algunas lágrimas al ver dicha escena. Incluso Mona, que hace poco tiempo era ya su amiga, la echaba de menos y se preocupaba por ella.

Muéstrame a mi querido Mario, por favor. Imploró al espejo. La escena cambió a su propio castillo, más específicamente en su biblioteca y logró confirmar lo que sus otros amigos dijeron. Mario estaba rodeado de libros y completamente somnoliento. A su lado se encontraba su fiel ayudante el Maestro Kinopio y algunos Toads. 

Maestro Mario, todos los Toads y yo estamos preocupados por la princesa igual que usted. Pero, ¿no cree que debería descansar un poco? debe descansar para buscar con mas calma como deshacerse de esa barrera.

No, debo.... seguir.... buscando.... la manera de... salvarla....

Un Toad azul se acercó a él muy preocupado. Mario, por favor. Hazle caso al maestro Kinopio. Aun si encontraras la manera de quitar la barrera, si no descansas no tendrás las fuerzas necesarias para rescatarla.

Por favor.... déjenme solo.

El Maestro Kinopio y los Toads, al ya no poder hacer nada, se retiraron dejando al fontanero completamente solo en la biblioteca. Peach observaba preocupada el estado de su amado "Caballero en brillante armadura"

Oh, Mario.... mi amor.... si tan solo pudiera decirte.... que estoy bien....

Mario cerró un libro, lo hizo a un lado y tomó otro comenzándolo a leer. Oh, mi melocotoncito. Susurró, suspirando profundamente. Las cosas no han sido lo mismo sin ti. Debo.... encontrar la manera de salvarte. Rosalina dice que... te encuentras bien... pero no puedo evitar preocuparme.... T-Te echo mucho de menos.

La joven se afligió ante las palabras del fontanero. Y-Yo también te echo mucho de menos.... mi dulce héroe. Los extraño a todos ustedes. A continuación colocó el espejo en su mesa de noche y hundió el rostro en la almohada, sollozando.

Mientras tanto, Bowser estaba tendido sobre su cama, preocupado. En una bola de cristal que le regaló Kamek en uno de sus tantos cumpleaños, había estado observando a la princesa viendo a sus amigos, pero decidió dejar de hacerlo al verla llorar. No quería invadir su privacidad demasiado. Furioso dio un fuerte puñetazo sobre su cama.

Había intentado todo para hacerla feliz, solo para verla triste nuevamente. Él no lo entendía, había seguido el consejo de la princesa del cosmos a la perfección, se tragó su propio orgullo para complacerla, y aún asi, ella era infeliz. 

 

Fue entonces que el reflejo de su padre se materializó en su gran espejo, riéndose de la imagen de Peach. ¡Que maravilla! Y yo que pensaba que te habías vuelto blando, hijo mío. Pero aun te las arreglas para traer miseria a esos cabezas de champiñones, a los fontaneros y a las princesas, jejejejejeeje.

¡CÁLLATE! Gritó el Rey de los Koopas, lanzando una almohada hacia el espejo, que de algún modo pasó a través de él. No obstante el reflejo esquivó el almohadazo.



¡Oh, vamos hijo! ¡No me digas que estás sintiendo simpatía por esa princesita! ¿Acaso no ves que ella solo es una niñita llorona? Él se agachó cuando otra almohada fue arrojada hacia él.

¿¡Cómo te atreves a insultar a la joven que pretendo hacer mi Reina!? Bramó Bowser, y su padre se río. ¿¡Esa muchacha cobarde, tu Reina!?

El Koopa se levantó de su cama y miró al reflejo de su padre directamente a los ojos. ¡Tú la llamas así una vez más e irás directamente al depósito de chatarra! ¿Oíste?



¡Ja! ¿Crees que deshaciéndote de este espejo harás que me vaya? ¿No lo ves, hijo mío? ¡Yo jamás desapareceré! ¡No importa lo amable que trates de ser, no importa cuantos "amigos" creas que tendrás! ¡Siempre serás el malingo Rey de los Koopas! ¡Y yo viviré siempre dentro de tí! ja... jaja... jajajajajajja.... ¡¡¡JAAJAJAJJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA!!!

Bowser golpeó el espejo con su puñetazo, dejando escapar un furioso rugido. La imagen de su padre había desaparecido, pero podía ver su reflejo distorsionado en el cristal agrietado. Era cierto, él era el maligno Rey de los Koopas. ¿Cómo podía pensar que haría a alguien feliz, cuando estaba en su naturaleza causar sufrimiento y terror? Cubrió su mirada ante aquella imagen horrorosa y cayó al suelo. Por último recordó sus días con aquella joven koopa nuevamente, ni si quiera a ella pudo hacerla feliz aún en su lecho de muerte. No pudo cumplir la promesa que le había hecho hace años debido al dolor que sintió al perderla.

Al encontrarse perdido en sus pensamientos, no escuchó la puerta abrirse o las pisadas delicadas de unos tacones. Fue un ligero toque en su melena el que lo sacó de su trance.

¿Bowser?

Miró hacia arriba y vio sorprendido a la hermosa princesa de pie ante él. Oh, hola Peach. ¿Qué puedo hacer por ti, querida?

Ella enarcó una ceja. Creo que la pregunta es, ¿Qué puedo hacer yo por ti?

¿Eh? Pero.... ¿por qué dices eso? Preguntó el rey Koopa. Peach le dijo que lo había escuchado gritar desde su habitación y corrió lo más rápido posible a ver si se encontraba bien.

¡No seas tonta, dulzura! Estoy bien, además tu felicidad es más importante que la mía. La princesa se acercó a él y posó su mano sobre su garra derecha. Él bajó la mirada hacia ella, y sintió que un nudo se formaba en su estómago. Ella sabía que algo estaba mal, pero no lo cuestionó, pues ya lo había adivinado. Ya sé porque siempre me secuestrabas y querías que viniera a vivir contigo.

Bowser se mordió el labio. Um... Porque... ¿estaba aburrido?



Tú estas solo.

El Koopa se mofó. ¿¡Qué!? ¡No seas ridícula! ¡Yo soy el Gran Rey Bowser! Él la miró con nerviosismo. Tengo a mis hijos, a Kamek, a mis secuaces. ¿Por qué iba yo a estar solo?

A pesar de tener a tu fiel tropa koopa, a kamek, que fue como tu padre, y tus hijos, nunca has tenido un amigo de verdad con quien charlar y que te haga compañía. Cualquier persona se sentiría sola en esas circunstancias. 

Bowser desvió la mirada con tristeza. Yo no soy una persona.

Eso no debe importar. Todas las criaturas tienen sentimientos.

No pierdas tu piedad en mí. Yo no merezco la misericordia de nadie. Él miró a los ojos de la princesa, y su corazón se cayó dentro de su pecho. Aquella mirada le pareció muy familiar, era una mirada que solo una criatura le había dado hace mucho tiempo: una mirada de simpatía.

Suspiró, ya no podía mentir más. Tengo que admitir que es bueno tener a alguien con quien hablar. Y.... Él sujetó tiernamente su rostro en sus manos. Me alegra mucho que hayas decidido venir a vivir conmigo.

Ella le dio una cálida sonrisa. Estoy algo contenta también.

Aunque... se dio la vuelta dándole la espalda a la joven, acariciándose su mentón. Creo que debí haber escogido a Daisy desde el principio para secuestrarla.

Peach se sorpendió. ¿Qué?

Bueno, ella vive en un lugar cálido, ademas que en su Reino hay un desierto. Compartimos el mismo gusto por los climas calurosos al parecer. O tal vez.... Rosalina.

P-pero...

¡Te tengo! Él se rió mientras jugueteaba traviesamente con su rubio cabello. ¡Debiste ver tu cara! ¡Estabas tan celosa!

Yo... yo no... estaba celosa. tartamudeó.

¿En serio? ¿Y si te dijera que te cambiaría por otra princesa?

Bueno, no.... quiero decir, yo...

¿Ves? ¡Estas celosa! En el fondo adoras que te secuestre y no quisieras que nadie más ocupara tu lugar. Dijo Bowser con un tono jocoso a la vez que la cogía en brazos. No te preocupes, querida. Tú eres la única princesa para mí.



Peach se quedó muda cuando él sorpresivamente le dio un abrazo. No importaba el gesto, a pesar de que la exaltó. Fue la última frase la que había causado su mutismo. Lo había dicho con tanta alegría, pero no en forma de broma. Y la manera en que la sostenía ahora, tan fuerte y tan suave, como si el no quisiera abandonarla o dejarla ir, casi como si fuera algo precioso. Estando en sus brazos no podía dejar de sentirse.... segura, como si el no permitiría que algo malo le sucediera.

Bowser no parecía pensar nada raro de dicha acción, aunque tenía dudas sobre soltarla. La joven Toadstool podría jurar que él tenía una mirada soñadora en sus ojos cuando la miraba.

Ella, sin embargo, siempre se preguntaba por qué la secuestraba todo este tiempo y nunca a otra princesa para que se casara con él. Por lo que se armó de valor y se atrevió a preguntar. 

Dime... ¿Por qué fui yo a la que decidiste secuestrar toda tu vida? ¿Y por qué razón quieres que sea tu esposa?

El Rey de los Koopas se estremeció ante la pregunta de la princesa, no obstante, estaba decidido a algún día decirle la verdad. Y quizás ese momento había llegado ahora.

Verás.... no he sido completamente sincero contigo. Te lo iba a decir un día de estos.... y creo que ha llegado el momento. Respiró profundamente para relajarse. Yo... tuve solo una amiga... y.... terminamos casándonos.

¿Q-qué? Ella se sorprendió ante la respuesta del Koopa. ¿Él había estado casado? Aunque no debía sorprenderse. ¿De qué otra forma podría tener tantos hijos? Y dime... cómo era ella.... ¿Cuál era su nombre?

Bowser bajó su mirada algo triste. Nunca había olvidado a su esposa, la recordaba con toda su alma, pero hubo ocasiones en que le dolía hacerlo. Ella era... muy hermosa.... tan amable, dulce y gentil. Siempre veía el lado bueno de las cosas, sin importar lo terribles que fueran. Digamos que... ella fue la primera que vio algo bueno en mí. Su nombre era.... Clawdia Koopa.

¡C-Clawdia Koopa!

Bowser metió su mano en su caparazón y sacó de su interior una fotografía, entregándosela a Peach. Esta foto la he guardado siempre conmigo. Esta es la primera vez que la saco después de mucho tiempo. 

La princesa examinó la fotografía con curiosidad, percibiendo cada detalle. Era diferente a otras Koopas que conocía. Era mas alta y delgada, usaba tacones rojos, su caparazón era algo pequeño y de color rosa. Su piel poseía un color marrón claro. Pero lo que más llamó su atención fueron sus ojos azules y su cabello rubio como el de ella. Ella.... ella.... ¡Se parece a mi!

Si... cuando te vi la primera vez que te secuestré.... pensé que mi esposa había resucitado. Me enamoré perdidamente de ti, y lo único que quería era casarme contigo.

Y-ya veo, y dime.... ¿Qué fue de ella? No evitó notar que ante la pregunta Bowser bajó tristemente su mirada cerrando sus ojos y además se sorprendió con lo que vio. Una pequeña lágrima brotaba de uno de sus ojos, era la primera vez que lo veía llorar. S-si no quieres contarme no lo hagas. Yo entenderé.

Bowser abrió sus ojos y la observó. No, esta bien. Mereces saber toda la verdad. Fue poco después de que ella pusiera el huevo del que nacería Bowsy. Pocos días después de eso... ella enfermó. No supimos como ni cuando pero.... se sentía peor cada día y... aquella enfermedad no tenía cura en ese entonces. Con su último aliento me pidió que cuidara de nuestro nuevo hijo, me besó por última vez y.... se detuvo y lloró desconsolado. Peach al verlo en ese estado lo abrazó y acarició su melena para calmarlo. Ya, no llores.... debió ser muy doloroso para tí. Y um... ¿Bowsy sabe acerca de esto?

No, la perdí para siempre y... al nacer Bowsy.... no quería que el sufriera por lo mismo que yo.... por lo que ordené a mis secuaces y a mis demás hijos que nunca la mencionaran frente a mí o a Bowsy.

Ya veo.... y entonces.... por mi parecido con ella.... le dijiste que yo era su madre, ¿no?

Si, así es... pero, por favor. No le digas nada de esto. Prometelo....  

Peach le sujetó su mentón con ambas manos y lo miró directamente. No te preocupes, no diré nada. Además.... ya me acostumbré a ser una figura materna para ese pequeño.

Bowser le dio las gracias a su amiga y ahora se sentía un poco mejor. Era la primera vez que hablaba de esto con alguien desde hace años. Sin embargo Peach tenía algo más que decir.

Pero Bowser, debes decirme... ¿Vale la pena casarte conmigo solo porque te recuerdo a tu difunta esposa?

El Rey Koopa lo pensó cuidadosamente. Por primera vez pudo comprender que aún casándose con ella, aquellas heridas no se curarían completamente. T-Tienes razón... no vale la pena.... pero... ¿Aún somos amigos?

Claro que si, siempre seré tu amiga. Ella lo abrazó con cariño siendo correspondida por él.

Bueno, tengo hambre Dijo de pronto. ¿Por qué no almorzamos con mis hijos afuera?

S-seguro... solo... dame un momento a solas e iré luego, ¿si?

Sus ojos brillaban de emoción cuando ella aceptó. ¡Maravilloso! ¡Vamos a estar esperándote afuera! No tardes. A toda prisa se marchó de su cuarto para buscar a sus hijos y preparar todo para el almuerzo al aire libre. La joven princesa en cambio se quedó ahí, tratando de procesar lo que acababa de suceder. El corazón le latía a una velocidad que desafiaría a la de una estrella fugaz, algo que no creía posible. Su rostro estaba tan caliente, estaba segura que se había vuelto completamente rojo. Y todo era debido a como la había abrazado Bowser. Además también pensaba en lo que le dijo el rey Koopa sobre su difunta esposa, aquello la hizo preocuparse enormemente por su captor. Pensar que todos estos años él la había secuestrado por ser la viva imagen de Clawdia Koopa, y por esa razón deseaba casarse con ella. Ahora que lo sabía, ya no estaba segura si abandonarlo algún día. Ya no quería dejarlo solo nuevamente. Oh, Bowser....



  














Capitulo 6: ¡Día de nieve!

Cuando Bowser despertó la joven princesa seguía durmiendo. Sonriendo le acarició la cara. Esto es mejor de lo que yo imaginaba. pensó. No solo tendré una hermosa novia, será una que me gusta mucho. ¡Y será una gran reina! A continuación tuvo una fantasía de si mismo sentado en un trono, con una vista hacia el Reino Champiñón rodeado de lava y aguas termales. Y en un trono mas pequeño que el de él, vestida con un traje negro con detalles amarillos y una corona de bronce con joyas puesta en su cabeza, se encontraba Peach. No pudo evitar pensar que se vería radiante.


Peach se agitaba, comenzando a despertar. Bowser apartó su pata y cerró sus ojos fingiendo que dormía. Cuando ella se desperezó completamente lo primero que vio fue la cara del Rey de los Koopas, supuestamente dormido. Notó que su cola se había enroscado alrededor de su cuerpo. Poco a poco trató de apartarse de él sin despertarlo, pero Bowser, decidido a pasar un buen rato usó toda la fuerza de su cola para acercarla más. Peach estaba atrapada. Consideró el despertarlo, pero no quería ser grosera. Además su cuerpo se sentía suave contra su espalda. De manera que no tenía mas opción que ponerse cómoda. Al hacerlo escuchó una risa baja. Se volvió hacia el Koopa, que abrió los ojos súbitamente. ¡Buenos días!


Ella dejó escapar un grito y del susto saltó fuera de su agarre. ¿Has dormido bien, querida amiga?



La princesa se tranquilizó y respondió un tímido "Sí".

¿No hubo pesadillas?

No.... en realidad, no había dormido tan bien en años. Y así fue, no hubo más pesadillas. No obstante si había soñado algo hermoso que involucraba al Rey Koopa, sin embargo decidió mantenerlo para si misma.

¡Espléndido! Luego él con su cetro convocó una bandeja de muffins de arándanos para que comieran. Cuando ella tomó uno pensó en su prima Daisy. Ellas siempre hacían muffins juntas.

Estaba pensando... pronunció al masticar. Mis hijos, en especial Bowsy, quieren pasar tiempo contigo. Pero no se los permitía antes hasta que te sintieras más cómoda viviendo aquí. Ahora que a simple vista parece que no hay ningún problema ¿Qué te parece si hacemos algo que te guste?

Peach lo pensó por un momento, la verdad no le agradaban mucho los hijos del Rey Koopa. Aun así, si ellos querían pasar tiempo de calidad con ella no podía negarse. Solo debía decidir la actividad que realizarían juntos. Que te parece si fuera.... um.... ¿Patinaje sobre hielo?

Bowser casi se atraganta con su muffin al escuchar eso. Él nunca fue bueno para esa actividad y por esas razones nunca invitaba a sus hijos a pasar un día en la nieve. Además temía que por su peso el hielo se resquebrajara y el se hundiera en el agua fría. Cuando era un pequeño aún, su madre Clementine Koopa, le quiso enseñar a patinar, por lo que ordenó a Kammy Koopa, la madre de Kamek, que creara un estanque congelado. Desafortunadamente al no tener mucha práctica él cayó, rompió el hielo, se hundió en el agua helada y salió flotando en un cubito de hielo. Por suerte su madre lo sacó y descongeló a tiempo, mas nunca jamás quiso patinar en hielo nuevamente debido a aquel espantoso suceso. ¿Dijiste patinaje sobre hielo?

Claro ¡Es divertido! ¿O prefieres hacer algo más?

N-No.... el patinaje sobre hielo sería agradable... es solo que... mira... tengo una cita con Kamek para estudiar.

Tranquilízate, de seguro lo entenderá.

Pero.... ¿cuál es la prisa?

Yo.... realmente quiero ir a patinar. Él no sabía como decirle que no, por lo que derrotado aceptó.

Habiendo acabado de comer usó una vez mas su cetro para regresar al Reino de las Sombras. Ordenó a la joven princesa que fuera a vestirse con una prenda de invierno mientras él iba a buscar a sus hijos. Peach lo obedeció, entro al castillo, fue hasta su cuarto y comenzó a revisar el armario. Sin demora logró divisar uno, era rosa y muy similar a su vestido de princesa con la diferencia de que carecía de mangas y la falda era mas corta. Incluía con él unos leggings púrpuras con lineas blancas a los lados y unos guantes blancos de invierno. Rápidamente se dirigió al baño con el vestido para lavarse y al acabar salió del baño usando aquella ropa que encontró y se miró unos instantes al espejo. La verdad le quedaba perfectamente y era muy cómodo.



Posteriormente se marchó de su cuarto, salió al exterior del castillo y para sorpresa de ella todo estaba cubierto de nieve y hielo, exceptuando las cercanías del castillo de Bowser. Muchos de sus queridos animales jugaban o se revolcaban sobre la blanca y suave nieve y otros pocos se refugiaban del frío. A lo lejos pudo divisar a Bowser y a sus ocho hijos con él, vestidos con ropa de invierno. Notó ademas que todos los niños koopa llevaban un abrigo y un gorro de lana con sus respectivos colores favoritos. El de Larry era celeste, el de Morton era morado, el de Wendy era fucsia, el de Lemmy era anaranjado, el de Iggy era verde limón, el de Morton era negro, el de Ludwig era azul y por último el del pequeño Bowsy verde claro. No pudo evitar reír al notar al pequeño príncipe con su abrigo y gorro, se veía gracioso y lindo al mismo tiempo. Bowser se acercó a ella para hablarle, sin embargo al verla con ese vestido rosa las palabras no le salían. Bowser, ¿te encuentras bien? Preguntó preocupada la princesa.



¿Eh? Oh, si. Estoy bien... es solo que... te ves hermosa con ese vestido. 

Jiji, gracias. Por cierto dime, ¿cómo hiciste esto?

Solo le pedí a Kamek que cubriera todo de nieve con excepción de las cercanías de mi castillo, además de congelar el lago para que tú y mis hijos patinaran. Al decir eso sacó del interior  de su caparazón nueve pares de zapatos para patinar. 

¡Que bien! Pero... solo hay nueve... ¿Acaso tu no patinaras?

Bowser se amedrentó ante esa pregunta, claro que le hubiera gustado patinar, en especial con ella, pero no podía. ¿Cómo podría explicarle su trauma que no le permitía patinar? Antes de decirle algo ella tomó su pata y lo llevó a la fuerza hasta el estanque. Descuida, puedes hacer aparecer otros con tu cetro. Me encantaría que patinaras con nosotros, será divertido.

El Rey Koopa al ver que no tenía otra opción invocó otro par de patines de su talla. Todos se pusieron sus respectivos patines y Peach fue la primera en comenzar a patinar, seguida de Bowsy y los koopalings. No obstante Bowser continuaba indeciso. Él veía a su hermosa princesa patinando con gracia y elegancia dando vueltas en el estanque. Incluso sus hijos, que habían aprendido a patinar con anterioridad junto a su hermana en una habitación secreta del castillo en donde usaban sus cetros mágicos para crear un clima nevado allí, ademas de hacer aparecer un lago congelado, patinaban como campeones. Un día el descubrió dicho escondite y quiso castigarlos debido a que estaba terminantemente prohibido patinar en hielo. Sin embargo, al ver como su hija maniobraba sin si quiera tropezar, le ordenó usar esas habilidades contra Mario y compañía algún día.

Él dio un paso hacia el hielo y trató de equilibrarse, pero cayó súbitamente por el pánico que sentía. Peach al notar eso patinó rápidamente hacia su amigo para auxiliarlo, al igual que Bowsy y los koopalings. ¿Te encuentras bien? Fue un golpe muy duro. Déjame ayudarte. Ella, con ayuda de los niños koopa, lograron levantarlo. Él solo bajó su cabeza avergonzado. Lo siento.

¿Por qué? No hiciste nada malo, solo te caíste. Eso le sucede a muchos. 

No es eso... es solo que.... Trató de explicarle, pero no quería que sus hijos escucharan también. Peach de algún modo comprendió que él quería hablar a solas con ella.

Pequeños, vayan a patinar, debo hablar con su padre a solas, ¿de acuerdo? Volveremos pronto con ustedes.

Sin cuestionar la orden los ocho primogénitos de Bowser se alejaron para patinar nuevamente, de vez en cuando realizando divertidas y complicadas piruetas.

Ahora dime, ¿qué te sucede?

Verás... yo no... El resto era inaudible.

¿Qué? Dilo otra vez.

Yo no...

¿Sí?

Yo... yo...

Ella sujetó su mentón y lo miró con ternura. Anda, puedes decirme cualquier cosa.

Él la observó y respiró hondo. Nunca aprendí a patinar de niño y siempre quise. Un día mi madre quiso enseñarme pero... ocurrió un accidente, rompí el hielo y quedé congelado hasta los cuernos. Desde ese día tengo.... miedo de patinar.

¿Eso es todo? Creí que era algo peor. No debes tener miedo. Yo te ayudaré a aprender y a olvidar ese tonto trauma. Pero, ¿Por qué no me lo dijiste antes?

Pensé que... creerías que era un cobarde.

¡No seas tonto! Yo nunca pensaría eso de tí. Además todos tienen miedo de algo. ¿Y sabes qué? Tienes suerte de tener ahora una buena instructora de patinaje sobre hielo. Él se animó y aceptó la propuesta de la joven. La princesa sujetó dulcemente sus manos y lo guió por el estanque congelado, sin soltarlo. 



Empecemos, básicamente debes caminar sobre el hielo. Da un paso hacia adelante y... Se detuvo cuando escuchó que Bowser gruño asustado. Trató de hacer lo que le había dicho, pero su pierna se tambaleó y estuvo a punto de caer. Por fortuna sus hijos vieron eso y ayudaron a Peach a mantenerlo en pie. Ante aquel gesto él se ruborizó por la vergüenza. La joven pudo notar perfectamente su rubor y lo calmó diciéndole que no había de que avergonzarse. Bowser miró a sus hijos, ellos sonreían al mismo tiempo que le daban ánimos a su padre gritándole un animoso "¡Puedes hacerlo!"

Tal vez debería mostrarte primero. Wendy, tengo entendido que tu sabes patinar perfectamente. Enséñale a tu padre como debe hacerse. 

¡De acuerdo! Si es por mi papi. Ella patinó frente a su padre. Prueba de esta manera, papi. Se deslizaba en un solo pie y pronunciaba rítmicamente "uno, dos tres". Posteriormente cambió al otro pie. Uno, dos, tres. ¿Ves? ¡Es fácil! ¡Inténtalo!

Bowser dudó un segundo pero Peach y sus otros hijos lo animaron a hacerlo. Trató de dar un paso hacia adelante de nuevo solo para volver a perder el equilibrio. Si no hubiera sido porque Peach, Bowsy y sus demás hijos se encontraban cerca habría caído y posiblemente roto el hielo.

Tal vez en tu caso, debas deslizarte con ambos pies a la vez. Veamos, um... prueba empezando con tu pie izquierdo y luego el derecho. Eso te ayudará a mantener el equilibrio y no te preocupes si caes, nosotros te atraparemos. El Koopa tragó saliva y siguió sus instrucciones, contando en voz alta. Uno, dos, tres.... Uno, dos, tres...

Peach lo felicitó muy contenta, lo estaba logrando. También Bowsy y sus hijos vitoreaban a su padre. Mira mamá Peach, papá ya lo está logrando. Manifestó Bowsy, viendo como su padre patinaba mejor cada segundo.

Ella se desconcertó al oír al más pequeño de los niños koopa llamarla de esa forma. Aún cuando él ya sabía que no era su verdadera madre, seguía llamándola asi, sin embargo esta vez no le molestó. Se sentía feliz de que él fuera tan apegado a su padre. Lo acarició dulcemente en su cabeza sin dejar de mirar a su alumno.

Con cada deslizamiento el Rey Koopa se sintió mas confiado. Pero su temor regresó cuando se acercaba a la orilla. ¡Peach! ¿Cómo me detengo?

¡Oh, santas estrellas! Gritó preocupada la joven y al igual que ella los niños koopa lo observaban alarmados. ¡Apunta hacia dentro los dedos de los pies!

¿Cuál de los pies? Él ya estaba aproximándose al borde. ¡Por lo menos dime como dar la vuelta! Bowser cerró sus ojos y se preparó para el impacto. En cambio, él sintió que algo lo detuvo. Abrió sus ojos solo para ver que Peach sostenía tiernamente su brazo, sonrojándose por el gesto de la joven. ¿Sabes qué? dijo el Rey Koopa con una sonrisa. Me gusta más cuando lo hacemos juntos.

La princesa Toadstool suspiró aliviada de que se encontrara bien. Les dijo a los pequeños que pasaría mas tiempo con su padre para enseñarle a patinar mejor y les aconsejó que mientras tanto se fueran a jugar una guerra de bolas de nieve o a hacer un muñeco koopa de nieve. Los ocho asintieron y se separaron: Ludwig, Iggy, Bowsy y Larry se fueron al lado este para crear su propio muñeco koopa de nieve y Wendy, Lemmy, Morton y Roy por otro lado decidieron jugar a la guerra de bolas de nieve dividiéndose en equipos: Wendy con Roy y Lemmy con Morton. 


La princesa dejó que Bowser patinara nuevamente, esta vez manteniendo sus manos sobre sus hombros. Ahora para acelerar, mantén las piernas paralelas entre sí. Para reducir la velocidad, apunta ligeramente hacia atrás. Piensa en ello como.... ¡Papas fritas y Pizza! Papas fritas para ir más rápido, pizza para frenar.

Le tomó un tiempo comprender lo que le decía. Si las cuchillas de los patines se mantenían rectas, como las papas fritas, él se deslizaría mas rápido. Si lograba hacer una forma triangular con ellas, como una pizza, eventualmente debería detenerse. Peach le advirtió no frotar los patines juntos, de lo contrario tropezaría. Pronto, el Rey de los Koopas ya patinaba con facilidad. Se estremeció al sentir que la joven se apegaba a él agarrando su brazo con dulzura, para patinar junto a él y acompañarlo.

Ellos patinaron así durante horas, siendo observados por Bowsy y los Koopalings, que se encontraban junto a los muñecos Koopa de nieve y claro, Lemmy y Morton estaban algo aturdidos debido a que habían perdido la guerra de bolas de nieve. La princesa le enseñó algunos trucos, pero él solo trató los que hizo junto a ella.

 

En un momento trató de girar, solo para caer hacia atrás junto con Peach en dirección hacia los niños koopa. Al no poder hacer nada colapsaron contra ellos y destruyendo los muñecos koopa de nieve en el proceso, aunque gracias a toda esa nieve la caída fue suave. Todos rieron al mismo tiempo que se revolcaban en la nieve.

¡Eres genial, Bowser! Exclamó la joven que había quedado justo encima de él. Te falta un poco más de práctica, pero lo hiciste bien. 

Es que tuve una buena maestra. Aun riendo la tomo con delicadeza y la bajó de encima suyo. A parte de hermosa eres una gran atleta. Ella se sonrojó ante el comentario del Rey. Gracias... Fue muy divertido. Todos los días de nieve patinaba junto a los Toads y mis amigos y... Ella se desvaneció al pensar nuevamente en sus amigos. Bowser notó que su sonrisa desaparecía y apretó sus dientes. ¡Oh, no! ¡No esta vez! Se tumbó en la nieve, extendió los brazos y las piernas moviéndolos arriba y abajo contra la nieve. ¡Mira mi dulce Peach! Dijo levantándose. ¡Un ángel de nieve!

Peach y los hijos de Bowser echaron un vistazo a su trabajo. Los ocho jóvenes Koopa saltaban y reían felicitando a su padre por su "perfecto" ángel de nieve. La joven Toadstool por otro lado notaba que la figura quedó algo distorsionada y no se parecía en nada a un ángel. El Rey Koopa se encogió de hombros ante esto, pero dijo alegremente: Bueno, los ángeles están sobrevalorados.

Todos rieron ante aquel comentario y jugaron en la nieve hasta que llegó la noche, ya debían irse a dormir. Todos se despidieron y la familia Koopa se marchó al castillo de Bowser y la princesa se fue a su castillo. Al llegar a su cuarto, ella se tumbó en la cama y muy contenta se durmió, jamás se había divertido así en mucho tiempo. Bowser mientras tanto se encontraba en su balcón viendo como Kamek quitaba la nieve y descongelaba el lago. Debía admitir que fue un día espléndido y le alegraba ver a su hermosa Peach completamente alegre, por esa razón decidió no hacerle su pregunta habitual. Princesa Peach.... tal vez ella ya me quiera. Debido al cansancio entró a su habitación y se acostó en su cama para finalmente dormirse.