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lunes, 2 de marzo de 2015

Capítulo 3: Discusión, reconciliación y un hermoso presente

Pasó una semana desde el primer día de Peach en su nuevo castillo. Todos los días cenaba junto a Bowser, la mayoría de las ocasiones teniendo que soportar los deplorables modales del Rey Koopa, quitándole el apetito. También recibía muchos presentes de parte de él: Joyas, vestidos, accesorios, la mayoría hermosos pero la princesa conocía las verdaderas intenciones del reptil. Y todas las noches después de la cena le hacía la misma pregunta: "¿Te casarías conmigo?" y la respuesta de la joven siempre era un: "No"

Incluso todas las noches tenía una pesadilla recurrente. 




Ella se hallaba en un frondoso y tétrico bosque. Los árboles del lugar parecía que la observaran y acosaran. Muy aterrada corría y corría deseando encontrar la salida, al mismo tiempo que huía de algo que la acechaba. No fue hasta que le ganó el cansancio que aquel hostigador la atrapó. No era otro mas que Bowser, con la diferencia que este era mucho más monstruoso que el original. Sus púas y cuernos eran increíblemente enormes, sus garras afiladas cual navajas y sus ojos, hubiera deseado no verlos jamás, eran fríos, aterradores y sangrientos. Aquel temible monstruo la capturó entre sus zarpas aproximándola a su rostro. Peach... muy pronto.... tú serás mía.... solo mía.... ¡¡¡MÍA Y DE NADIE MÁS!!! 




La princesa horrorizada, temblaba del miedo a causa de la apariencia y el tono de voz atemorizante que la criatura poseía. Sentía que era su fin debido a que Bowser lamía lujuriosamente sus mejillas con su bífida y repugnante lengua, saboreándola en el acto. ¡Basta! ¿Por qué me haces esto?

No obtuvo respuesta alguna y únicamente tuvo la fuerza de abrir uno de sus ojos. No pudo moverse debido al horror que experimentó al notar que el enorme y monstruoso Koopa abrió sus fauces muy cerca de ella, dispuesto a devorarla. Y siempre que eso estaba a punto de suceder, despertaba sudada y aterrada por lo traumante que era aquella pesadilla. Sin embargo una noche la pesadilla fue interrumpida justo antes de que ese maligno Bowser la capturara. Un misterioso haz de luz emergió de los cielos, atravesando el pecho de la criatura, desintegrándolo completamente. Peach se sintió anonadada ante el extraño suceso y se sobresaltó al escuchar detrás suyo una voz familiar. Cuando se volteó notó que era su mejor amiga, Rosalina. 







No te asustes, querida amiga. Solo he venido a ver como te encuentras. No debes decirme nada, ya lo sé. La joven Toadstool se aproximó ante la princesa de los astros y le preguntó que hacia en sus sueños. Rosalina le recordó que ella podía visitar de vez en cuando los sueños de otras personas o criaturas e intervenir si lo creía necesario. Ya sabes lo que debes hacer, no te rindas tan fácilmente, amiga mía. No debes temer, los espíritus estelares te protegerán. Hasta pronto princesa Peach, es hora de despertar. Ella agitó circularmente su varita y una intensa luz rodeó a la joven princesa.

Peach por fin había despertado no tan aterrada como en noches anteriores. El temor que la invadía se había esfumado por unos instantes, al menos hasta que escuchó a alguien llamando a su puerta. Ella, a pesar de que sabía perfectamente quien era el que llamaba a su puerta, educadamente preguntó quien era.




Soy yo, mi hermosa Peach, tu elegante caballero en brillante armadura. Traigo un hermoso ramo de flores y chocolates como regalo para la mas preciosa princesa del mundo. Bowser, tal como había mencionado, estaba vestido con una armadura de color morado muy brillante y, para mantener la elegancia según él, un monóculo en su ojo izquierdo. 

¡No quiero nada! ¡Márchate ahora mismo! Le gritó Peach desde su habitación, en estos momentos no quería la compañía de alguien como él. Bowser se sintió indignado de que ella fuera capaz de echarlo como si fuera una criatura desagradable. ¡ABRE INMEDIATAMENTE ESA PUERTA, O LA TUMBARÉ!

¡Pídelo de una manera mas amable! ordenó la princesa, aun con su tono molesto.

Agh, te voy a.... El Rey de los Koopas respiró profundo y contó hasta diez para calmarse. ¿Serías tan amable de abrir la puerta, por favor? Susurró de mala gana.

¡Perdona, no te escuché!

Dije, si podrías ser tan amable de abrir la puerta, por favor. Repitió esta vez fingiendo un tono de amabilidad.

¡No eres sincero! ¡No abriré la puerta!


Bowser ya había perdido la paciencia, mágicamente se quitó su armadura y sin pensarlo dos veces abrió la puerta de un solo golpe y se abalanzó sobre Peach, acorralándola en su cama. ¡Ya me cansaste! ¡Recuerda que yo soy el señor de estas tierras y aquí se hace lo que yo ordeno! Bramó el Koopa, completamente furioso, al mismo tiempo que sostenía firmemente las muñecas de Peach.

La joven se agitaba con fuerza tratando de liberarse del agarre bestial del Koopa. Y no solo eso, adquirió también la suficiente valentía para defenderse con palabras. ¡Tú no eres mi rey! ¡Además solo estoy aquí por mis súbditos, no es por nada más! ¡Nunca acepté obedecer tus mandatos egoístas ni aceptar ser tu esposa! Y por último, la princesa logró zafarse del agarre de Bowser y le ordenó, levantando la voz, que la dejara sola.

¡Bien! ¡Te dejaré sola! ¡Pero esta noche no cenarás!

¡Por mí esta bien! ¡No quiero tener que volver a comer con una bestia maleducada como tú! ¡Además puedo pedir lo que quiera incluso comida para desayunar, almorzar y cenar aquí mismo!

Bowser, al escuchar eso, se arrepintió de haber hecho que Kamek realizara el hechizo que permitía que cualquiera; en este caso él y Peach, pudiera pedir lo que quisiera sin importar el lugar ni las circunstancias en las que se encontraran.

¡Muy Bien! ¡Pues quédate aquí para siempre!

¡Bien!

¡Bien!

¡Por mí esta bien!

¡PARA MÍ TAMBIÉN! Bowser salió de la habitación de Peach y cerró las puertas dejándolas con cerrojo. Se dispuso a marcharse malhumorado pero no pudo evitar escuchar a Peach sollozar. Ella se había aguantado las lágrimas desde que él entró y comenzaron a discutir. 


Al oírla llorar de esa forma, su ira se desvaneció y se transformó en una sensación que hace mucho tiempo no experimentaba: remordimiento. Se alejó del cuarto y en la planta baja del castillo se puso a pensar.

¿Cómo puedo ganarme su corazón? ¡¡Se pone tan difícil!! ¡¡¡Agh!!! ¡¡¡ME DAN GANAS DE...!!! Pero... tal vez fui muy duro con ella.... Espera, ¿que cuernos estoy diciendo? Tal vez.... necesite.... un consejo.... recuerdo que hace tiempo ordené a Kamek construir una réplica exacta de cohete que esa tal Rosalina le dio a Peach y a sus amigos para poder atacarla y así volver a conquistar el universo.... Pero ahora.... no estoy seguro.... no tengo mas opción.

Así Bowser se encaminó hasta el sector mas recóndito del reino de las Sombras, y allí estaba la nave espacial. Kamek le dijo que funcionaba igual que la nave de la princesa, por activación de voz, pero en este caso solo funcionaría la voz de él. Cómo era un método muy sencillo, no tendría problemas.  Ordenó a la nave que abriera la puerta y cuando lo hizo entró al cohete, llegó hasta la sala de mando ordenando que comenzara la cuenta regresiva para despegar.

Mientras tanto, en el Planetarium, Rosalina estaba limpiando todas las salas, recámaras y demás sectores de su hogar con ayuda de los Lumas. Se detuvo en seco al oír que alguien llamaba a la puerta.

¿Visitas? ¿A estas horas de la mañana? Se aproximó hasta la puerta y sin dudarlo ni un minuto la abrió entrando como Mario por su casa el mismísimo Rey Bowser Koopa. 

¡Buenos días, princesa Rosalina! No vine aquí a charlas, solo vine a pedir consejos.




Oh si, las estrellas me dijeron que vendrías pero no tan pronto. Ven, te serviré una taza de té y hablaremos.

Ah, no, que yo ya conozco perfectamente ese truco para ver la "fortuna" de uno con las hojas de té y yo no le voy a eso.

Rosalina al ver que no le era de interés saber su fortuna con las hojas de té tomó una de sus manos, para sorpresa de Bowser y las observó detenidamente. Ya veo, estás teniendo problemas últimamente. Incluso lo he confirmado con antelación con los astros.... tu vida está llena de problemas y....

¡Oye, ya! ¡Que yo no tengo problema alguno! Gritó apartando fuertemente su mano del agarre de la princesa de las estrellas.

¿Estás seguro? ¿Acaso no tienes problemas con.... la Princesa Peach?

¿¡Pero cómo cuernos puedes saber eso!?

Ya te lo he dicho, los astros me lo han contado. Pero lo que no me han querido decir es que te preocupa. Dímelo, puedes confiar en mí.




Grr, si no hay remedio. ¡Lo que me preocupa es que no sé como complacer a Peach! He sido amable con ella: Le di un hogar casi similar al suyo, le di de comer, le regalé flores y chocolates. Sin mencionar joyas, vestidos y demás accesorios. ¿No crees que ya he sido muy atento con ella?

Mmmm... ¡Estás seguro de que has sido completamente amable con ella? Además Peach no es de las chicas que gusta de recibir solo halagos, flores y demás regalos materiales. Ella es más una chica amable, amorosa y maternal. Además las estrellas me dijeron que no has sido muy cordial con ella, sobre todo porque la has estado presionando para casarse contigo. 

¡Oye, oye, ya basta! ¡¡¡Y dile a tus amiguitos estelares que dejen de espiarnos!!!

Yo no soy la que los controla, ellos solo me dicen lo que ven.... Y si, te has portado como un ogro con ella o al menos eso es lo que me han dicho.

Bowser se sintió dolido al recordar lo que sucedió hace unos instantes ademas de escucharla llorar después de la pelea. Bueno.... hace poco nos peleamos y.... lo acepto. Fui muy grosero con ella.

Podrías empezar disculpándote con ella.

Pero mis disculpas suenan tan falsas.... Mejor regresemos al anterior tema.... ¿Qué debería regalarle para que me quiera?

Piénsalo tú mismo. Debes saber algo que le interese a ella. Quizás algo que cambie su tristeza en alegría. Al acabar de hablar recibió una taza de té que le traía un Luma y bebió un poco para aclarar su garganta.

¿Y cómo quieres que lo sepa? Ni que supiera que a ella le gusta pasar tiempo cuidando las flores y plantas de su jardín acompañada de unos molestos animalitos amigos suyos, además de alimentarlos y.... ¡Un minuto! ¡Eso puede funcionar! Tomó las manos de Rosalina, agradecido. Muchas gracias, princesa estelar. Debo marcharme inmediatamente, adiós. Muy contento abandonó la morada de la princesa y retorno a su nave para así lograr volver al planeta champiñón. 

Rosalina observaba como la astronave de Bowser se alejaba cada vez más y más del Planetarium. Pude haberlo transportado yo misma a su hogar. Supongo que no importa, cada quien viaja como quiere. Y al ya no tener nada más que hacer por el Rey de los Koopas, retomó sus actividades de antes que él llegara.

En el nuevo Castillo de Peach, ella aún lloraba en su cuarto, lamentándose de su cruel destino. Debía soportar los maltratos y humillaciones que Bowser le hacía pasar. Solo pensó en una idea, huir, pero sabía que era imposible con aquella barrera, además aunque lo lograra el Rey Koopa volvería a azotar su reino con las mismas calamidades de hace una semana o quizá peores. Ella ya no podía controlar su llanto, tanto así que sentía que se ahogaría en sus propias lágrimas tarde o temprano.

Lo que más le molestaba es que Rosalina estaba equivocada, Bowser es y siempre será un monstruo sin corazón, incapaz de sentir amor por alguien. En medio de sus pensamientos un ligero golpe en la puerta la sobresaltó. 

Peach, ¿se puede pasar? Preguntó suavemente Bowser.

¡No! ¡Vete! Gritó la joven, hundiendo su rostro en la almohada. El Rey de los Koopas maldijo en silencio, pero luego respiró hondo para calmarse. Y-yo.... yo... yo venía.... a pedirte... una dis.... una disss.... una disssss......

Perdona, ¿qué?

Quería decirte que yo lo ssssssssssieeeeeeeeen..... 

No te escucho.

Lo.... ¡LO SIENTO! Aquellas palabras llamaron su atención. Esa debía ser la primera vez que él pronunciaba esas palabras. Fui muy grosero contigo y.... no debí tratarte así y lo lamento.

Si, lo fuiste. Pero la verdad es que no creo que en verdad lo lamentes.

No me sorprendería si no me crees pero.... al menos te dejaré abierto por si deseas salir. Bowser quitó los cerrojos que puso en las puerta de la habitación. Adiós Peach y... ya no te preocupes... ya no te molestaré nunca más. Se dispuso a marcharse y dejar sola definitivamente a la princesa. Sin embargo apenas dio tres pasos escuchó que se abrían las puertas y notó que Peach se asomaba levemente por ella. Espera, ¿de verdad lo lamentas?




Pues.... si... ya sé que es difícil de creer pero... es la verdad. La princesa contempló fijamente los ojos de Bowser y por primera vez pudo notar la sinceridad y el arrepentimiento en sus ojos. Está bien, acepto tus disculpas.... sin embargo.... yo también debo disculparme... tampoco me porté muy bien contigo.

¡No, no digas eso! ¡Yo soy el único culpable! Me porté como un ogro... ya ves que... saber como actuar en este tipo de situaciones no es sencillo para mí.... Pero... siento que una disculpa no es suficiente.... quiero que... seas feliz. Y haré lo que sea para que eso suceda. Por lo tanto quiero compensarte dándote.... un obsequio de perdón.... pero primero... debes cerrar tus ojos.

Ella arqueó una ceja, pero lo obedeció y él hizo un gesto con la mano para asegurarse de que ella no veía nada. Sonrió emocionado, le tomó ambas manos delicadamente y la llevó hasta la puerta de salida.

La joven Toadstool no sabía que esperar, ella se sorprendió por la ternura con la que el Koopa sostenía sus manos. A la vez trataba de mantener el equilibrio mientras caminaba a ciegas, más su toque le aseguraba que si ella se tropezaba él la atraparía. Sintió una leve brisa mientras salían al exterior, respiró hondo, ya que era su primera cantidad de aire fresco en el día. 

¿Ya puedo abrirlos? Preguntó con mucha curiosidad.

Él le respondió que esperara un poco más llevándola con cuidado aún sosteniendo sus pequeñas y delicadas manos. ¡Muy bien, ya puedes abrirlos! 




Peach abrió sus ojos y lo que vio la dejó sin habla. Los jardines que rodeaban su nuevo castillo estaba repleto de animales y criaturas que le hacían compañía cuando cuidaba sus jardines. 




Pedí a Kamek que transportara a todos tus amiguitos que te hacían compañía cuando hacías tus labores en el jardín. Así no les haría daño la barrera... la razón por la que mandé a construir unos jardines aquí era para que te sintieras en casa. Pero te faltaba algo, la compañía de todas estas... criaturas que por allí pasaban. Y eso no es todo, también ordené a mis secuaces a plantar más árboles y arbustos, y por último que construyeran madrigueras para algunos de ellos. Y oh, si, personalmente construí esto. La llevó hasta una extraña maquina que tenía muchos recipientes en ella con comida para animales. Sé lo mucho que te gusta alimentarlos, así que construí este dispensador de comida que trae consigo todo tipo de alimentos para cualquier animal.

Yo... realmente no sé que decir.

Pues... con un simple "gracias" me quedaría satisfecho. De pronto la joven princesa hizo algo inesperado. Se abalanzó sobré el Koopa regalándole un dulce y amoroso abrazo. Él tensó su cuerpo y abrió sus ojos sorprendido ante su toque. Ninguna criatura o persona lo había abrazado así durante mucho, mucho tiempo. Dicho gesto le traía recuerdos.... del pasado.

¡Es lo más maravilloso que alguien haya hecho por mí! Exclamó, totalmente feliz y emocionada. ¡Muchas, muchas gracias!

Él bajó la vista para observarla, finalmente había conseguido lograr que ella sonriera. Era lo que más deseaba ver en todos estos días: Una verdadera sonrisa en aquel hermoso rostro. 

Su corazón había comenzado a latir con mucha fuerza, tal vez por primera vez en milenios.

Lentamente, pero con algunas dudas, envolvió sus brazos delicadamente alrededor de su pequeño y frágil cuerpo para finalmente murmurar un leve y afectuoso: "de nada"



   




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