¿Qué pasa? ¿Qué sucede? ¿¡¡¡Alguien te ha hecho daño!!!? Preguntó con furia. La joven lo tranquilizó y le dijo que no se preocupara, que solo había sido un mal sueño. Oh, y-ya veo. El Koopa se sonrojó por la vergüenza e incomodidad del momento. Discúlpame... yo... solo creí...
¿Qué yo estaba en peligro? Terminó de mencionar Peach. Ella tuvo que admitir que era muy dulce de su parte el que se preocupara por su bienestar.
Si, pero... ya veo que te encuentras bien. Será mejor que me marche.
¡Espera! ¿Podrías quedarte? aunque sea... por un rato. Él la observó perplejo. ¿De verdad ella quería su compañía? Pero ya que se lo había pedido tan cortésmente, se sentó en el borde de la cama. Entonces... esa pesadilla, ¿de que se trataba? Le preguntó con curiosidad e interés a la princesa. La joven Toadstool estaba a punto de decírselo, pero fue entonces que recordó que estaba hablando con el causante de sus pesadillas y escondió su rostro bajo las sábanas. Bowser estaba confundido por la reacción de la joven. En ese momento recordó algo y frunció el ceño. ¿Era sobre mí?
¿Cómo puedes saberlo? Preguntó destapando levemente su rostro dejando al descubierto su ojo derecho.
En una ocasión que la princesa Rosalina los visitó a tu castillo las escuché hablar sobre tus pesadillas recurrentes y trataron de encontrar alguna solución. Ella escondió su rostro nuevamente por la vergüenza. Lo lamento... yo...
Dime
¿Qué cosa?
Dímelo a mí.
La joven soberana del reino Champiñón se comportó reacia al principio, pero luego de pensarlo con más detenimiento decidió contarle sin omitir detalle alguno. Bowser escuchaba atentamente como eran sus pesadillas cada noche, y la manera en cómo lo describía le hizo sentir algo de tristeza en su interior. Entonces, ¿es así como me ves?
Yo... pues... yo. El Koopa comenzó a levantarse. Tal vez lo mejor sea que yo no esté aquí. Pero antes de que pudiera marcharse Peach lo tomó delicadamente de sus garras. ¡No! Por favor, yo... yo no sé porque continuo soñando con eso.
Bueno, soy un monstruo, es así de simple. El rey Koopa trató de zafarse del delicado agarre de la joven, pero ella no lo soltaba. Por favor, Bowser, no te vayas. No... no quiero estar sola. Él se volvió hacia ella con frialdad. No creo que sea buena idea que te haga compañía la criatura que te causa miedo en tus sueños.
Pero tú no eres la criatura de mis sueños, puede que se parezca a ti, pero no es el verdadero tú. Y... sería grato tener tu compañía. Cuando el la miró a sus ojos suplicantes, su frialdad se desvaneció. No podía dejarla sola en ese estado. Está bien, me quedaré contigo hasta que te duermas. Ella sonrió en señal de agradecimiento. No estoy segura si pueda volver a dormir.
Tal vez pueda ayudarte.
Pero, ¿Cómo...?
Antes de que pudiera acabar de preguntar él sacó un cetro mágico del interior de su caparazón, el cual era dorado y en la punta circular una gema de color verde. Al usar su magia ambos se transportaron sobre una nube por encima del bosque del Hoyuelo. Peach no pudo evitar preguntarle el por qué estaban aquí.
Si, lo eres. Murmuró Bowser. Peach levantó una ceja desconcertada ante el comentario del enorme Koopa. ¡Quiero decir...! Las estrellas, tal como dices... son hermosas.
Ella soltó una pequeña risita y volvió su atención al cielo estrellado. El soberano del Reino de las Sombras en cambio, estaba mas interesado en ella que en las estrellas.
¿Sabes? Rosalina siempre nos visitaba para enseñarnos todo lo que sabía del cosmos. Nos sorprendía el como podía recordar el nombre de cada planeta, estrella y constelación. Todos y cada uno de ellos. Su sonrisa vaciló ante la idea de su amiga. Bowser percibió aquello y sabía que debía distraerla. Las estrellas son bastante aburridas cuando están atrapadas de esa manera, ¿no? Por suerte Kamek me enseñó un truco para hacerlas mas interesantes. Bowser usó una vez más su cetro y lanzó un enorme destello al cielo. La joven jadeó al ver que las estrellas se juntaban y formaban una princesa, claramente era ella. Bowser, tu prometiste que...
¿Qué? Yo dije que no iba a usar mi magia para ocasionar daño a tu Reino. Y no creo que al hacer esto le haga daño a alguien, ¿No lo crees?
Bueno, si, pero no creo que a Rossy le guste que juegues así con las estrellas.
Oh, ella lo comprenderá y apreciará que yo ponga algo de emoción esta noche con las estrellas. Además debes admitir que esto es impresionante.
Peach observó a su "Yo" hecha de estrellas y se sorprendió al ver que comenzaba a bailar y mientras lo hacia era rodeada por melocotones y corazones formados con otras estrellas. Bueno, debo admitir que... es hermoso.
Bowser se rió triunfalmente al apreciar que su sonrisa regresaba a su rostro. ¿Ves? La magia de los koopas puede ser muy útil.
¿Reorganizar las estrellas te parece útil?
Él sonrió y movió mas estrellas con el cetro para deletrear un mensaje. Los ojos de la princesa se abrieron hasta quedar del tamaño de platos cuando lo leyó: ¿Me amas? Marque Si o No. Por debajo se formaron dos casillas marcadas "Si" y "No".
Cuando se volvió hacia él se dio cuenta que tenía esa mirada emocionada en su rostro. Le entregó su cetro aun apuntando hacia el cielo. Luego de pensarlo lo tomó, marcó con él la segunda casilla y devolvió su cetro al Koopa. Bowser frunció el ceño y borró el mensaje antes de que alguna otra persona pudiera verlo. Peach lo miró con una expresión apenada. L-lo lamento... de verdad, es solo que yo.... no siento lo mismo por tí y....
No, está bien, no debes preocuparte. La calmó dulcemente, regalándole una sonrisa. Aún así ella se sentía mal por él. Ya lo había rechazado con anterioridad, pero por algún motivo, le dolía en ese momento.
Él se puso rígido al sentir un suave toque. Al bajar su mirada notó que Peach se acurrucaba en su pecho. Pero... estoy dispuesta a aceptarte como amigo.
¿Cómo amigo?
Claro, creo que es justo.
Él no sabía que decir al principio. Oh bueno.... yo nunca he tenido un amigo antes.
¿Nunca? Él asintió con su cabeza con una expresión dolida, y Peach al verlo así lo abrazó con ternura. Bueno, ahora tienes una amiga. Y lo lamento.
¿Por qué?
Me había equivocado contigo, no eres un monstruo. Cerró sus ojos y se acurrucó más sobre él.
El Rey Koopa la miró con asombro, no podía creer que alguien como ella pudiera ser tan bondadosa con alguien como él. Incluso si ella no le había dado la respuesta que esperaba, la sola idea de tener una amiga hizo que so corazón se estremeciera. ¿Momento? ¿Él aún poseía un corazón?
Él aproximó su pata hacia ella con inseguridad y comenzó a jugar con su largo y rubio cabello. La princesa abrió sus ojos con sorpresa y lo miró. Él retiró su pata súbitamente, no sabía por qué de pronto se comportaba tan titubeante. L-lo siento, yo... ¿no te importa?
Ella lo observó por un momento y luego sonrió cerrando sus ojos. No, está bien. Adelante, siempre y cuando no vuelvas a hacerme cosquillas otra vez.
Él se rió entre dientes mientras se sentaba, apoyándose sobre su brazo. No te preocupes, amiga. Voy a ser amable. Sin perder ni un segundo de esta oportunidad, puso su pata en la zona superior de su cabeza y lentamente pasó suavemente sus dedos por su cabellera. Suspiró internamente al sentir la suavidad de su pelo y la princesa Toadstool a su vez se volvió a estremecer con su toque tierno. Abrió sus ojos exaltada al sentir esta vez que él empezaba a acariciar su espalda, pero pronto se relajó y los cerró de nuevo. Su tacto era tan relajante que incluso no pudo evitar dormirse profundamente. Al darse cuenta de esto el rey de los Koopas no sabía que hacer. No quería despertarla, por temor a arruinar el estado de paz en el que se encontraba. Incluso dormida era fascinante. Él podría observarla así para siempre, no se atrevía a moverla o dejarla sola.
Por lo tanto acercó su cola a ella y la enroscó alrededor de su delgado cuerpo. Continuó apreciando su rostro, y sería lo último que vería antes de quedarse dormido igualmente.
Esa misma noche en el Castillo de Peach, Mario se encontraba en la biblioteca del castillo con muchos libros junto a él. Buscaba una forma de eliminar la barrera que rodeaba el Reino de las Sombras para poder rescatar a su adorada princesa. Por su aspecto se notaba que no había dormido en días. Peach.... debo salvarla.... si tan solo pudiera usar la nave espacial para ir con Rosalina y que ella me diga el método para romper esa barrera.... pero... mi dulce melocotoncito es la única... que puede activarla. Debo.... seguir buscando.
En aquel instante la puerta de la biblioteca se abrió y entró Luigi vestido con su pijama a rayas (verdes y blancas) sosteniendo una vela. Hermano, ven a dormir. Sé que estás preocupado por Peach y yo también lo estoy. Pero necesitas descansar, solo mírate, pareces un zombie.
Al no recibir respuesta de su hermano se resignó y se marchó para dormir un poco más en su habitación correspondiente del castillo.
Debo... salvarla. Peach... no me rendiré. Continuó hojeando un libro y así se mantuvo por el resto de la noche.
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